jueves, 28 de febrero de 2013
EN VELA
jueves, 21 de febrero de 2013
MIEDO
Pensé que, tras pasar interminables años recorriendo estos pasillos, sabía todo lo que hay que saber de mi oficio. Me equivoqué. Creí que no existía ni un solo rincón que no hubiera explorado una y mil veces; que no habría nada que escapase a mi control. Y por ello, me sentía amo y señor de todo lo que hubiese entre estas paredes. De hecho, la oscuridad era mía, la perpetua soledad… incluso el aire viciado y la humedad de catacumba eran mías también. El frío era frío no porque se filtrara por la grieta, sino aquello que dejaba la gélida estela de mis pasos. Y es que los fantasmas somos de condición huraña, y terriblemente celosos de nuestra causa y secreto encierro. Pero ahora, siento que estos sótanos de silencio ya no me pertenecen del todo. Un silencio sólo roto por el sempiterno repiqueteo del agua que se escurre… pero que ahora, cada cierto tiempo, me regresa el eco de otros pasos furtivos. Quién es, de dónde, y cómo vino, no puedo saberlo ni comprenderlo. Porque lo creo imposible. Y aunque no pueda ser, me hace sentir cosas que obviamente ya había olvidado. ¿Acaso esto es miedo?
Hogdson
miércoles, 13 de febrero de 2013
EL ABRAZO
Me miraba intensamente a los ojos, luego a mis pies, y de nuevo a los ojos, de arriba abajo, extrañado como si nunca antes me hubiese visto. Yo en cambio lo reconocí, lo esperaba. Llevaba años invocando su nombre, llamándolo noche tras noche, no jamás pude olvidarlo. Ahora tenía barba; no era de sorprenderse a los muertos les sigue creciendo la barba. Corrí a abrazarlo pero solo obtuve aire y vacuidad, se desvaneció. Entonces me quedó la duda. ¿Pervive el amor más allá de la muerte?
jueves, 7 de febrero de 2013
UNA EXPOSICION ARRIESGADA
Uno a uno, tocaron con sus nudillos fríos la puerta trasera del museo, susurrando con voz queda y trémula, para deshacerse de sus monstruos y sus martirios.
Tal fue el éxito de la iniciativa, que al abrir sus puertas (el museo) a tan descabellada exposición, la ciudad entera suspiró y por fin pudo dormir tranquila.
Mas el alivio duró poco. Tras el primer día, los habitantes de la ciudad, tuvieron que lidiar con la más terrible de las pesadillas, que les acosaba todas las noches, cuando el silencio, por fin, dominaba las calles.
Pues Morfeo había decidido acosarles con el sueño de un museo que cerraba sus puertas a una exposición arriesgada, viéndose en la tesitura de regresar a sus dueños todo el material cedido para la misma.
judas Krae
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