Fue una noche de luna nueva; un pez volador emergió del mar agitando las alas, cientos de gotas se esparcieron por el aire, de ellas brotaron mariposas doradas que subieron hasta el cielo. Quise volar tras ellas.
Esa noche mi padre me llevó en brazos envuelta en una manta.
—Mirad, traigo una sirena —dijo.
Y fue verdad, nunca más supe caminar sobre la tierra.
Fortunata Perez de la Ossa